viernes, 9 de diciembre de 2011

Just so you know.

Las reflexiones que en mi suscita, me las guardaré por no ofender.

"Cuando yo era pequeño me
encantaban los circos, y lo que más
me gustaba de los circos eran los
animales. Me llamaba especialmente
la atención el elefante, que, como
mas tarde supe, era también el
animal preferido por otros niños.
Durante la función, la enorme bestia
hacía gala de un peso, un tamaño y
una fuerza descomunales… Pero
después de su actuación y hasta
poco antes de volver al escenario, el
elefante siempre permanecía atado a
una pequeña estaca clavada en el
suelo con una cadena que
aprisionaba sus patas
Sin embargo, la estaca era sólo un
minúsculo pedazo de madera apenas
enterrado unos centímetros en el
suelo. Y, aunque la cadena era
gruesa y poderosa, me parecía obvio
que un animal capaz de arrancar un
árbol de cuajo con su fuerza, podría
liberarse con facilidad de la estaca y
huir.
El misterio sigue pareciéndome
evidente.
¿Qué lo sujeta entonces? ¿Por qué
no huye?
Cuando tenia cinco o seis años, yo
todavía confiaba el la sabiduría de
los mayores. Pregunté entonces a
un maestro, un padre o un tío por el
misterio del elefante. Alguno de ellos
me explicó que el elefante no se
escapaba porque estaba
amaestrado.
Hice entonces la pregunta obvia: Si
está amaestrado, ¿por qué lo
encadenan?
No recuerdo haber recibido ninguna
respuesta coherente. Con el tiempo,
olvidé el misterio del elefante y la
estaca, y sólo lo recordaba cuando
me encontraba con otros que
también se habían hecho esa
pregunta alguna vez.
Hace algunos años, descubrí que,
por suerte para mí, alguien había
sido lo suficientemente sabio como
para encontrar la respuesta:
El elefante del circo no escapa
porque ha estado atado a una
estaca parecida desde que era muy,
muy pequeño.
Cerré los ojos e imaginé al indefenso
elefante recién nacido sujeto a la
estaca. Estoy seguro de que, en
aquel momento, el elefantito
empujó, tiró y sudó tratando de
soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos,
no lo consiguió, porque aquella
estaca era demasiado dura para él.
Imagine que se dormía agotado y
que al día siguiente lo volvía a
intentar, y al otro día, y al otro…
Hasta que, un día, un día terrible
para su historia, el animal aceptó su
impotencia y se resignó a su destino.
Ese elefante enorme y poderoso que
vemos en el circo no escapa porque,
pobre, cree que no puede.
Tiene grabado el recuerdo de la
impotencia que sintió poco después
de nacer.
Y lo peor es que jamás se ha vuelto a
cuestionar seriamente ese recuerdo.
Jamás, jamás intentó volver a poner
a prueba su fuerza… "

Vía: Y aquí seguimos

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